miércoles, 25 de julio de 2007

Árbol, libro, hijo.

Supongo que de los miles de melocotones que me he comido en el local de ensayo y cuyo hueso he tirado a la finca de al lado, uno por lo menos habrá agarrado y se habrá convertido en una plantita, que ya, en “estricto sensu”, es una planta con capacidad de dar frutos, así que el problema de plantar el árbol, resuelto.
El que me planteo hoy es: un cd es una publicación, y probablemente el tipo que inventó lo del árbol y el hijo y todo eso, le daría igual la cosa y hay que interpretarlo metafóricamente. En este sentido habría que decir: “Da igual, la cuestión es que dejes algo para la humanidad, ya sea grabado o escrito, o cantado”. Y si esto no estuviera en la intención del que acuñó la frase, en ese caso estaríamos ante un tipo bastante estricto y poco versátil, de modo que le podemos dar de su propia comida: “Ya, pero estrictamente hablando, ¿el libreto del cd se considera un libro? En este caso, problema resuelto. Pero seguro que aparecería un sabelotodo legalista de la SGAE y diría, “no, no, no le convalidamos esa obra para que su vida tenga sentido y pueda descansar en paz, debe ser un libro de un cierto número de páginas, con ISBN y publicado con mediana presentación”. Ya la cosa se complica. Entonces, sigo dándole vueltas al asunto, y pienso, bueno, con el valor de las nuevas tecnologías, quizá un cd sirva, pero no me quedo tranquilo. Además, ¿Qué órgano se convierte en Juez de qué tipo de árbol y qué tipo de libro hay que producir? Ciertamente, si no hay un órgano de este tipo, la SGAE sabrá perfectamente suplirlo, sobretodo si hay tajada por medio. Sinceramente, no lo sé, de igual manera seguiré con el cd, que quizá me lo convaliden.
Aunque, pensándolo bien, quizá sea más práctico escribir un libro sobre la descendencia, que es un problema más serio aún, y así, el problema del libro, quede resuelto.
Y podrán decir: “Requiescant in pacem”

(A raíz de una visita a la SGAE)

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